New York Ultimate

domingo, 14 de marzo de 2021

El mundo del Jazz, uno de los grandes olvidados en el Nueva York pandémico

 


El “Jazz Standard”, uno de los locales de jazz más importantes de Nueva York, no pudo aguantar como el Birdland, y el pasado 3 de diciembre anunció su cierre definitivo, mientras que otros locales como Smalls también han visto de cerca la “muerte”, y ha conseguido sobrevivir gracias a conciertos retransmitidos por internet.

Aunque el nació en Nueva Orleans, con el paso del tiempo es  la que ha pasado a ser considerada la meca de este apreciado género musical, que sin embargo ha sido uno de los sectores más olvidados en un año de pandemia en el que los espacios íntimos y cerrados y la música en vivo quedaron vetados en la Gran Manzana.

“Este ha sido un templo de la música durante 71 años. Es la espina dorsal de Nueva York. Así que hice todo lo posible a título personal por mantenerlo con vida durante 10 meses”, explica el dueño del icónico Birdland, Gianni Valenti, frente a un escenario desierto y rodeado de taburetes vacíos.

Su local de tonos rojizos, por donde antes de la pandemia pasaban unos 100 músicos por semana y donde han actuado gigantes del jazz como Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Bud Powell, Miles Davis, Thelonius Monk, Ella Fitzgerald o Billie Holiday, estuvo muy, muy cerca de desaparecer en enero, pero Valenti decidió lanzar un SOS que alarmó a Nueva York.

Gracias a una campaña de GoFundMe y un concierto solidario al que se sumaron Bill Clinton, Whoopi Goldberg o Billy Joel, consiguió reunir US$ 500,000 que cree le durarán hasta otoño, cuando espera que las cosas hayan vuelto a una relativa “normalidad”.

Eso sí, Valenti deja muy claro que el Birdland se ha salvado gracias a la solidaridad de los fans de la música y el jazz, y afirma que las autoridades del estado prácticamente les han abandonado a su suerte.

“La música es lo que somos, es nuestra vida. Y creo que (las autoridades) de la ciudad y el gobierno de nuestro país no han prestado atención a lo que le está pasando a los artistas”, apunta.

Y es que mientras los restaurantes han podido servir a clientes con entregas a domicilio o en espacios exteriores buena parte de la pandemia, los museos pudieron abrir sus puertas a finales de agosto, y los estadios vibraron de nuevo a finales de febrero, los pequeños e íntimos locales de jazz siguen prácticamente sin público.

Esta misma semana, vieron un rayito de luz al final del túnel cuando el estado de Nueva York anunció que a partir del 2 de abril, se podrán celebrar eventos musicales en salas cerradas, pero a un 33% de su capacidad, algo que para Valenti no es suficiente, ya que no es económicamente viable abrir para poder acomodar sólo a unos pocos.

El “Jazz Standard”, uno de los locales de jazz más importantes de Nueva York, no pudo aguantar como el Birdland, y el pasado 3 de diciembre anunció su cierre definitivo, mientras que otros locales como Smalls también han visto de cerca la “muerte”, y ha conseguido sobrevivir gracias a conciertos retransmitidos por internet.

Al margen de esporádicas campañas de recolección de fondos, algunas entidades privadas, como la Louis Armstrong Foundation, han echado un enorme número de salvavidas al mar, a los que se han agarrado más de 1,200 músicos de jazz de Nueva York.

La institución, fundada con fines educativos por el inigualable trompetista Louis Armstrong, decidió dedicar un millón de dólares de sus fondos a ayudar a 1,000 músicos de jazz con becas de US$ 1,000, y tras conocerse su iniciativa, consiguieron US$ 200,000 más, por lo que al final el número de artistas beneficiados fueron 200 más.

La idea de ayudar única y exclusivamente a músicos de jazz, explica la directora de la Louis Armstrong Foundation, Jackie Harris, viene del hecho de que la comunidad de este género musical es muy pequeña, y no cuentan con el apoyo de las masas.

“Los únicos que organizan conciertos y que apoyan el jazz son los amantes del jazz, mientras que por ejemplo las comunidades de ‘Rythm and Blues’ (R&B), de la música ‘country’ o del pop son mucho más grandes”, asegura Harris.

Algunos de los músicos que recibieron parte de los fondos, aseguró Harris, se echaron a llorar con la buena noticia, porque decían que se habían quedado sin qué comer, puesto que la mayoría de los músicos de jazz no tienen ninguna otra fuente de ingresos más allá de los conciertos.

“Algunos son además profesores, pero los colegios también cerraron”, recuerda.

Harris se queja también de la falta de acción del gobierno, pero apunta además, sin titubeos, al sector privado, a las grandes empresas que han seguido registrando colosales beneficios pese a la pandemia.

“Hay tantos ceros en sus márgenes de beneficio que es difícil de concebir. ¿Qué es para ellos gastar medio millón de dólares en el apoyo a músicos que no tienen trabajo y que no han tenido trabajo durante un año?”, plantea.

“Estamos todos junto en esto, y eso no es sólo un eslógan. Es un hecho”, sentencia.

Entre los beneficiados por la Louis Armostrong Foundation se encuentra Joe Dyson, un joven batería que comenzó a tocar a los 2 años y que hace unos años decidió trasladarse para aprobar suerte desde Nueva Orleans hasta Nueva York, donde ha tocado con importantes músicos como Dr. Lonnie Smith, Ellis Marsalis o Jon Batiste.

Con la energía que le otorgan sus 31 años, Dyson confiesa que la institución le ha ayudado mucho, y que pese a la pandemia, con el apoyo de la fundación ha podido “dar un paso atrás y descifrar cómo seguir hacia delante”.

“La naturaleza de esta música es siempre convertir un ‘nada’ en algo. Veo muchos grandes músicos y grandes mentes que forman parte de esta comunidad, y siempre están encontrando formas creativas de presentar música y seguir llevándosela al público”, afirma.

Nueva York cumple un año de confinamiento, con la relajación en el horizonte

 


CORONAVIRUS

Nueva York, 13 mar (EFE News).- Nueva York marcó este sábado un año desde que comenzaron a imponerse medidas de confinamiento, distancia social, cierre de negocios y el fin del turismo masivo, con la ciudad inmersa en la reapertura progresiva con el avance de la campaña de vacunación, aunque temerosa del impacto de las nuevas variantes.

En una muestra de lo impredecible que ha sido la pandemia, el viernes, 13 de marzo de 2020, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, inauguraba el primer centro de pruebas de covid-19 en el condado de Westchester y advertía de que la pandemia y las medidas para contenerla podrían durar “seis meses o más”.

Por su parte, el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, declaraba el estado de emergencia en la ciudad y prohibía las aglomeraciones de más de 500 personas, un número que en solo unos días se redujo a cero y que hoy parece un disparate.

El regidor aseguraba que su prioridad era mantener abiertos los colegios y el transporte público. Dos días después se suspendieron todas las clases y se anunciaban las primeras muertes por el coronavirus en la ciudad, que en solo un mes se convertiría en el epicentro mundial de la pandemia.

El uso del transporte urbano aún sigue muy por debajo de los niveles previos a la pandemia, debido, en gran parte, a que la ciudad sigue dando prioridad al teletrabajo o a los desplazamientos en coche particular.

El 13 de marzo, el entonces presidente, Donald Trump, declaró la emergencia nacional por la pandemia, con lo que comenzaban a liberarse fondos federales para luchar contra el virus, que comenzaba a hacer estragos en las dos costas de Estados Unidos, especialmente en los geriátricos.

Tras el cierre de los teatros de Broadway, la autoridades estatales de Nueva York ordenaron el cierre de todos los negocios no imprescindibles y el inicio de un confinamiento domiciliario que no se relajó hasta la llegada del verano y que volvió a reforzarse desde el otoño.

Así comenzó en Nueva York un año de confinamiento, negocios cerrados, vuelos internacionales limitados al que solo ahora comienza a verse el final gracias a la extensión de la campaña de vacunación.

Las autoridades de Nueva York anunciaron recientemente que las actuaciones de Broadway podían regresar a la ciudad a partir del 2 de abril, pero con una capacidad reducida del 33 %; un límite que para las grandes producciones de Broadway se antoja muy difícil de cumplir.

Asimismo, en abril ya no se exigirá a los viajeros nacionales que se pongan en cuarentena domiciliaria y los estadios podrán permitir a hasta 500 personas si facilitan prueba negativa de coronavirus o de vacunación.

Los restaurantes de “la ciudad que nunca duerme” ya pueden abrir al 35 % de su capacidad desde finales de febrero y a partir del lunes podrán organizar eventos al 50 % de la capacidad hasta un límite de 150 personas.

Pese a que la campaña de vacunación está progresando con lentitud en los distritos más afectados por el coronavirus, como el Bronx, uno de cada cinco neoyorquinos ya he recibido una o dos inyecciones de la vacuna y con la primavera podría llegar la nueva normalidad a la ciudad.

viernes, 26 de febrero de 2021

‘Deben facilitarnos más el trámite’: personas migrantes en Nueva York critican las jornadas de vacunación

El trabajo de Flora Pérez como vendedora de productos agrícolas ha hecho que tenga poco tiempo para buscarle una cita de vacunación a su padre



 

    Al avanzar el despliegue de la vacuna, los obstáculos logísticos, el miedo y la desinformación amenazan con dejar en desventaja a algunas de las comunidades de inmigrantes en Nueva York.

    Durante semanas, Flora Pérez, quien vende frutas y verduras en un puesto de Queens, ha intentado conseguir una cita para vacunar a su padre de 82 años.

    “Es muy, pero muy difícil… no hay nada disponible”, comentó Pérez, de 58 años, mientras metía tomates verdes en bolsas de plástico en su puesto ubicado en el vecindario Corona. Según Pérez, no tiene tiempo para pasar horas en internet o estar llamando a una línea directa estatal, así que se ha turnado con sus hermanos.

    “Espero y espero”, mencionó.

    Corona, donde viven Pérez y su padre, es uno de los vecindarios más afectados por la pandemia en la ciudad de Nueva York. Ahora es uno de los lugares donde menos residentes han recibido la vacuna. Según los datos oficiales, en un código postal de Corona, hasta el domingo, menos del cinco por ciento de la población predominantemente pobre e inmigrante de clase trabajadora había recibido al menos una dosis: una de las tasas más bajas de la ciudad. En un código postal de la zona acaudalada del Upper East Side en Manhattan, esa cifra había llegado al 28 por ciento.

    En todo el país, la distribución de la vacuna ha reflejado las mismas desigualdades preocupantes que la cifra de muertes por la pandemia, pues las personas negras, latinas y más pobres han quedado en desventaja. En la ciudad de Nueva York, el hogar de más de tres millones de migrantes de todo el mundo, los datos recabados la semana pasada sugieren que las tasas de vacunación en los enclaves inmigrantes que están esparcidos por los cinco distritos son de las más bajas de la ciudad.

    Este mes, The New York Times entrevistó a 115 personas que viven en barrios caracterizados por tener grandes poblaciones de inmigrantes sobre el despliegue de la vacuna y sus opiniones acerca de ese proceso.

    Tan solo ocho personas dijeron que habían recibido una dosis. Las entrevistas revelaron obstáculos tecnológicos y lingüísticos; algunas personas creían que no tenían sitios de vacunación cercanos. Otras describieron la desconfianza que sentían hacia los funcionarios del gobierno y el sistema de salud. Mucha gente expresó el temor que siente por la seguridad de la vacuna, un miedo fomentado por las noticias y las redes sociales.

    Al público en general tal vez le cueste entender por qué la gente de las comunidades que ha devastado el coronavirus estaría reacia a hacer fila para recibir la vacuna, comentó Marcella J. Tillett, vicepresidenta de programas y sociedades de Brooklyn Community Foundation.

    “Aquí se ha registrado mucha enfermedad y muerte”, comentó Tillett, cuya fundación está distribuyendo fondos a las organizaciones comunitarias para que se imparta educación sobre las vacunas y se llegue a más personas. “No tiene lógica la idea de que, de repente, la gente decida confiar en un sistema que le ha hecho daño”.

    Resulta claro que miles de neoyorquinos inmigrantes se han vacunado, después de navegar el sistema con paciencia, pero no ha sido fácil. Jerry Tie, de 42 años, es el encargado de la joyería de su familia, Jalee Jewelry en Flushing, Queens, y mencionó que llamó a la línea directa del estado durante cinco días consecutivos con el fin de obtener una cita para sus padres, quienes son inmigrantes de Taiwán y están cerca de cumplir 70 años.

    Otros han dependido de las organizaciones de servicios sociales. Hace poco, BronxWorks montó un sitio temporal de vacunación durante cinco días en Grand Concourse en el Bronx, en el que se administraron cientos de vacunas al día.

    “Vi a mucha gente agradecida porque pudo vacunarse relativamente cerca de donde vive”, opinó John Weed, subdirector ejecutivo de BronxWorks.

    Para aumentar la participación en los enclaves de inmigrantes y en las comunidades de color, la ciudad ha abierto megasitios de vacunación en Citi Field en Queens y, gracias a una sociedad con el estado, en el Yankee Stadium, en el Bronx: son lugares que ofrecen vacunas para residentes elegibles de todos los distritos (ha habido reportes sobre habitantes de los suburbios que han llegado a exigir dosis).

    El estado está realizando “charlas hogareñas” en línea y en varios idiomas, además está abriendo nuevos sitios de vacunación en Brooklyn y Queens, y sigue instalando locales temporales junto con organizaciones vecinales, señaló Rossana Rosado, secretaria de Estado de Nueva York y copresidenta del Equipo de Trabajo para Equidad en la Vacunación del estado.

    A pesar de todo, se siguen presentando obstáculos.

    Mientras caminaba por la avenida Flatbush en Brooklyn, Derrick Williams, de 72 años, colgó el teléfono después de hablar con su hija, quien, según él, había intentado conseguirle una cita. Williams, un migrante jamaiquino, se quejó de la tecnología porque le había dificultado inscribirse. “Las personas de la tercera edad no entendemos el teléfono, la computadora”, opinó Williams, mientras agitaba su iPhone. “Deben facilitarnos más el trámite”.

    Mucha gente indicó que la saturación de citas había sido un obstáculo. Yesenia Abreu, de 42 años, una secretaria de la escuela de manejo Pagan Driving School en Washington Heights, Manhattan, comentó que había intentado agendar una cita para su tía. “Mi tía no sabe cómo bregar con la tecnología, y la página siempre se cae”, se quejó Abreu, quien también acusó a la ciudad de no brindar suficiente información en español.

    Muchas de las personas entrevistadas —entre ellas gente que ya era elegible para la vacuna, como adultos mayores y repartidores de restaurantes— dijeron que no habían intentado conseguir una cita porque les preocupaban los rumores sobre los efectos secundarios leves o la gente que había muerto después de ser vacunada, aunque no se haya encontrado una relación directa.

    “Mi familia coincide en este asunto; no quieren que me vacune. Me atendré a usar una mascarilla”, comentó Ao Gui Qin, una inmigrante de 68 años originaria de China. El último año, Ao ha vendido mascarillas y alcohol para las manos en una acera de Flushing, Queens, y hace poco empezó a ofrecer una mascarilla de 5 dólares con la imagen del presidente Joe Biden.

    Twahair Mohammad, quien es de Birmania, se detuvo para hablar con el Times mientras entregaba comida en su vecindario de Elmhurst, Queens. Dijo que prefería esperar y ver si había efectos secundarios de la vacuna. “En este momento tengo miedo”, dijo Mohammad, de 39 años, quien entrega comida para una aplicación en una bicicleta eléctrica. “La necesito, pero no lo haré ahora”.

    Mariam Diallo, de 42 años, residente del sur del Bronx y originaria de Guinea, dijo que no estaba interesada en la vacuna y que era poco probable que cambiara de opinión cuando le llegara su turno. “No quiero introducir ninguna bacteria en mi cuerpo”, dijo.

     “Escuchas en las noticias que la gente se muere, y tal vez sea porque tenían otras condiciones, pero no sé”, dijo Ilsel García, oriunda de México, y que es la dueña de Tortillería La Malinche en Sunset Park, Brooklyn


    Otto Charles, un residente de Flatbush cuyos padres son haitianos, señaló que las autoridades de la ciudad habían desatendido a su comunidad en el punto más álgido de la pandemia, y esto bastó para sembrar la desconfianza. Charles, de 47 años, comentó que las autoridades ni siquiera habían detenido el aumento abusivo de los precios de productos como el desinfectante Lysol a nivel local, lo cual cree que es una prueba de que sus vecinos y él fueron abandonados a su suerte.

    “No vinieron a rescatarnos cuando necesitábamos ayuda y ¿ahora quieren que nos pongamos esta vacuna?”, cuestionó Charles, quien trabaja como celador en Hudson Yards. Haciendo alusión a los momentos de la historia estadounidense en los que el gobierno realizó experimentos médicos poco éticos en la gente negra, Charles agregó: “No queremos que experimenten con nosotros”.

    En Sunset Park, Brooklyn, Sonia Castillo dijo que el temor a las autoridades entre las personas de la zona que nacieron en México se deriva de las recientes represiones contra inmigrantes indocumentados por parte del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por su sigla en inglés). “La gente ni siquiera va al hospital porque tiene miedo de que su información sea compartida con ICE”, dijo Castillo, de 50 años, detrás del mostrador de Novedades Sonih-Mex, su boutique de arte popular.

    Para algunas personas, el temor ha surgido por el exceso de información. Para otras, se trata de la escasez de datos. “Algunas de estas personas no tienen nada”, comentó Sarahí Márquez, de 29 años. “Ni siquiera tienen televisión”. Márquez es gerente de San Jeronimo, el restaurante de su familia ubicado en el vecindario de Port Richmond en Staten Island donde, según ella, se ha convertido en una fuente de información sobre la vacuna para su personal y otros miembros de la enorme comunidad mexicana de la zona.

    “Algunas personas creen que es una conspiración”, explica Márquez, egresada universitaria y beneficiaria de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA por su sigla en inglés), el programa federal que protege a algunos inmigrantes para que no sean deportados. “Se tiene la idea de que no vienen a vacunarnos, sino a ponernos un chip para monitorearnos”.

    Márquez comentó que había desestimado la idea pues la consideraba “ridícula”. Pero agregó: “Si no tienes fuentes confiables y responsables, vas a creer lo que escuchas en la calle”.


    Para muchas personas, el obstáculo más grande para ponerse la vacuna es la falta de tiempo.

    En Sunset Park, Waverly Dong, de 22 años, comentó que cuatro miembros de su familia que trabajan en un supermercado no se habían inscrito, aunque eran elegibles. Dong mencionó que habían mejorado las ventas en la tienda en los días previos al Año Nuevo Chino. Según Dong, en la comunidad china, los dueños de tiendas y los clientes no hablan sobre la vacuna.

    Jatinkumar Rasikbhal Patel, de 30 años, originario de India, trabaja en una bodega en Sunset Park y también es elegible pero dijo que las limitaciones de tiempo le han impedido inscribirse para participar en las jornadas de vacunación.

    “Trabajo los siete días de la semana”, dijo. Y agregó que luego encontrará el tiempo para conseguir una cita, “cuando todo sea más fácil”.

    jueves, 18 de febrero de 2021

    Luis Rojas emocionado con el gran equipo que tienen los New York Mets




    Enrique RojasEscritor Senior ESPN Digital

     Desde que Steve Cohen completó la compra de los New York Mets por $2,400 millones de dólares en noviembre, el conjunto con sede en Queens ha hecho notables progresos para intentar regresar al camino correcto en la búsqueda de su primer campeonato desde 1986.

    El equipo que está recibiendo el manager dominicano Luis Rojas en el campamento de entrenamientos en Port St. Lucie, Florida, es un poco diferente al que tuvo el año pasado en su debut, cuando además de las lesiones y acontecimientos normales de una temporada tan larga como la de Grandes Ligas, tuvo que lidiar con jugar un calendario recortado y condiciones inusuales provocadas por la pandemia del coronavirus.

    "Estoy muy emocionado de estar de vuelta", dijo Rojas durante una conferencia vía zoom el miércoles desde el cuartel de preparación de los Mets.

    "Tenemos un gran equipo, un roster que ha ido mejorando añadiendo piezas que nos dan bastante profundidad para jugar diferentes posiciones y mejorar la defensa, que fue nuestro Talón de Aquiles", dijo Rojas. "Tenemos buena ofensiva, mejoramos en la receptoría y hemos añadido pitcheo", agregó.

    Lanzadores y receptores de los Mets comenzaron a trabajar en el Clover Park el miércoles, bajo la supervisión de Rojas y el resto de staff de coaches y cuerpo médico. Incluso el derecho Noah Syndergaard, quien no está programado para regresar todavía de una operación Tommy John hasta junio, lanzó una sesión de bullpen, informó el dirigente.

    El resto de los jugadores de posición se integrarán la próxima semana y el primer juego de exhibición del conjunto está programado será el primero de marzo, contra los Miami Marlins en Jupiter.

    "Fue un gran primer día. Todo se hizo al punto, como lo planeamos, y eso se lo debemos a nuestro coach de banca Dave Jauss, quien fue el encargado de diseñar todo. Jauss es el maestro de armar calendarios de trabajo en los entrenamientos", dijo Rojas.

    "Pero lo que más ansío son los juegos. No es una división fácil y quiero que los jugadores comiencen a sentir el calor de la competencia, practicar el competir", agregó el piloto.

    En la temporada irregular de 60 partidos del 2020, los Mets (24-36) empataron con los Washington Nationals en el último lugar de la División Este de la Liga Nacional. Aparte de los problemas para anotar y limitar a los rivales, con 20 bases robadas y -20 carreras salvadas, Nueva York fue uno de los equipos más lentos en las bases y menos eficientes a la defensa de todo el béisbol.

    "No quisiera ranquear las prioridades, pero debemos ser un mejor equipo defensivo, controlar el el corrido de los contrarios y mejorar nuestro propio desempeño en las bases", dijo Rojas.

    Con la bendición de Cohen, la oficina de operaciones de béisbol que lidera el veterano Sandy Alderson estuvo muy activa, firmando en la agencia libre a los jardineros Kevin PillarAlbert Almora Jr. y Jose Martinez, al intermedista Jonathan Villar, al receptor James McCann, al pitcher abridor Marcus Stroman y los relevistas Trevor May y Aaron Loup, además de una serie de acuerdos de ligas menores sin garantías.

    Sin embargo, el movimiento más importante de Nueva York en todo el invierno se completó en la primera semana de enero, cuando adquirió al estelar torpedero puertorriqueño Francisco Lindor y al lanzador venezolano Carlos Carrasco desde los Cleveland Indians por el infielder dominicano Amed Rosario, el torpedero venezolano Andres Gimenez, el lanzador Josh Wolf y el jardinero Isaiah Greene.

    Lindor, de 27 años, es un cuatro veces Todos Estrellas con dos Guantes de Oro y dos Bates de Plata que promedia 29 jonrones, 21 robos y casi 5.0 WAR por cada 162 partidos desde que llegó a las ligas mayores en el 2015.

    Posteriormente, Anderson consiguió al zurdo Joey Lucchesi, quien puede abrir y relevar, desde los San Diego Padres en una transacción que también involucró a los Pittsburgh Pirates.

    Con una ofensiva comandada por Lindor, el inicialista Pete Alonso, el polivalente Jeff McNeil y los jardineros Michael Conforto y Dominic Smith y un staff de pitcheo que incluye al derecho Jacob deGrom, el mejor lanzador de Grandes Ligas hoy día, y al cerrador puertorriqueño Edwin Diaz, Nueva York no solamente luce listo para dar la pelea, sino que muchos consideran que es el mejor equipo de la división más reñida del béisbol.

    "La división completa está equipada. No será fácil, pero me siento bastante confiado con el equipo que tenemos", dijo Rojas. "Mejoramos la defensa, ahora tenemos varios jugadores que pueden jugar en diferentes posiciones. Es una división dura y debemos prepararnos para una larga batalla", agregó.

    Los Atlanta Braves, que ganaron el banderín en los tres años anteriores, siguen entre los favoritos de la liga para alcanzar la Serie Mundial. El venezolano Ronald Acuña y el dominicano Marcell Ozuna son potenciales candidatos al Jugador Más Valioso, que ganó su compañero Freddie Freeman el año pasado.

    Los Philadelphia Phillies invirtieron cerca de $150 millones de dólares para retener al receptor J.T. Realmuto y al torpedero curazoleño Didi Gregorius en la misma alineación que Bryce Harper.

    Washington, que ganó su primera Serie Mundial en 2019, agregó al zurdo Jon Lester a una magnífica rotación que ya tenía a Max ScherzerStephen Strasburg y Patrick Corbin, y además, tienen a Juan Soto, posiblemente el mejor bateador del mundo actualmente.

    Y los Marlins vienen de derribar todos los pronósticos adversos y un brote de coronavirus para meterse a los playoffs del año pasado, por primera vez desde el 2003.

    La proyección de Baseball Prospectus tiene a los Mets ganando la división con 94 triunfos, casi 10 más que Washington. Fangraphs le da al equipo de Queens un 81.2% de probabilidades de alcanzar la postemporada, muy por encima de Atlanta (67,8%), Washington (24,6%), Filadelfia (13,4%) y Miami (0,7%).

    Nueva York no ha ganado su división desde el 2015, cuando perdió la Serie Mundial frente a los Kansas City Royals. Fue apenas la quinta visita del club al clásico de otoño, que ganó dos veces, la primera en 1969.

    "Fue un desafío el año pasado y sigue siendo un desafío ahora", dijo Rojas sobre el peor enemigo que enfrentan actualmente los Mets y el resto del béisbol: El coronavirus.

    "Mantener a todos saludables mientras te preparas para competir, es desafiante. Hay que estar preparado para reaccionar ante cualquier eventualidad", agregó.

    Bob Dylan vuelve a impactar en Nueva York, ahora con sus estimulantes pinturas

     “Pienso en la muerte, pero la de la especie humana. El largo y extraño viaje hecho desde el primate” ha sentenciado Bob Dylan en su última entrevista en el mítico periódico New York Times coincidiendo con la publicación, el pasado 19 de junio, de su última obra maestra, “Rough and rowdy ways”, impactante trabajo ( el trigésimo noveno de estudio) redondeado durante el repentino y desolador confinamiento provocado por la pandemia global.


    Un álbum que puede interpretarse como un auténtico testamento por sus concluyentes referencias a la historia, al arte, a la literatura y a la cultura pop de uno de los genios más influyentes de los últimos 60 años y que precede, también, a un nuevo exitoso “desembarco” de Dylan en una de sus ciudades “fetiche”: Nueva York, ahora a través de “The Asia Series”, una colección de estimulantes pinturas y dibujos realizados durante sus giras musicales por el Extremo Oriente.


    DylanAsiaSeries1u00aa

    "The Asia Series". Bob Dylan @Gagosian


    Gagosian Gallery, la neoyorquina galería privada más grande del mundo, acogerá hasta el 22 de octubre, óleos y dibujos que el legendario músico de Duluth ha creado coincidiendo con sus viajes por JapónChina, Vietnam y Corea del Sur en el marco de su ya crepuscular “Never ending tour” (solo lo ha podido interrumpir un virus mundial mortal) que tuvo una última inolvidable escala en España el 7 de mayo de 2019 en la Plaza de Toros de Valencia. Fue nuestra décima cita con un concierto de Dylan en territorio español…y las dolorosas circunstáncias actuales parecen apuntar a que se convertirá en el último. 


    En la Galería Gagosian de N.YDylan ha vuelto a sorprender a propios y extraños con una muy sugestiva Exposición pictórica en la que, a través de otra de sus pasiones como es la de utilizar el lienzo, proyecta sus “crónicas” y escenas de sus viajes por Asia invocando el impresionismo exótico de Paul Gaugin, un artista por el que el músico siente, también, fascinación.


    DylanAsiaSeries2u00aa

    "The Asia Series". Bob Dylan. @Gagosian


    Según remarca la organización de la muestra neoyorquina, Dylan ofrece “descripciones de primera mano de gente, arquitectura, paisajes y escenas urbanas”. Para la crítica, el público y la “opinión publicada”, “The Asia Series”, su tercera exposición, es la más brillante de las aproximaciones que el premio Nobel de Literatura ha realizado desde su faceta pictórica.


    En esta línea, Dylan ya dejó su huella con uno de sus cuadros en la portada de “Music from Big Pink”, el primer trabajo, en 1968, de sus ilustres acompañantes en los escenarios, “The Band”. En 1970, otro óleo sirvió de cubierta para su inclasificable y denostado en su momento “Selfportrait”, “indultado” con una reedición en 2013 (“Another selfportrait”). En 1974, el espléndido larga duración “Planet waves” también lució con sus dibujos.


    DylanAsiaSeries3u00aa)

    "The Asia Series". Bob Dylan. @Gagosian


    A sus 79 años, Dylan sigue exhibiendo un nivel de creatividad literalmente torrencial y sacándose un conejo tras otro de su chistera cuando menos se espera. Como sentenció otro Gigante, Leonard Cohen, que nos dejó el 7 de noviembre de 2016 “otorgar a Dylan un premio Nobel es como imponer una medallita al Everest”.