New York Ultimate: marzo 2018

miércoles, 7 de marzo de 2018

Nueva tormenta golpeará las mismas zonas del noreste que no terminan de recuperarse del anterior ciclón bomba

En Nueva York, Nueva Jersey, Connecticut y la región de Nueva Inglaterra caerá hasta 12 pulgadas de nieve mientras continúan las labores para despejar los árboles caídos y reparar las líneas eléctricas dañadas que han dejado a 40,000 clientes sin servicio.
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Una nueva tormenta llegará al área triestatal en la noche de este martes. En el norte y oeste de Nueva York caerá entre 8 y 12 pies de nieve, por lo que las condiciones en las carreteras serán peligrosas, dice un reporte del Servicio Nacional de Meteorología.
Se prevé que las inundaciones lleguen a un máximo de 2 pies en lugares vulnerables como en puerto bajo de Nueva York, Jamaica Bay, Black Bays, sur de Nassau, suroeste de Suffolk y sureste de Connecticut.
os vientos sostenidos estarán entre 20 a 30 millas por hora con posibles ráfagas de hasta 40 millas por hora. "Los árboles derribados y las líneas eléctricas pueden provocar cortes de energía", según el servicio.
Dichos vientos podrían generar más fallas en las líneas eléctricas y adicionar más clientes a la lista de 40,000 que todavía no tienen electricidad por el azote del ciclón bomba de la semana pasada.
En la región de Nueva Inglaterra, la zona sur está bajo amenaza de nevada con riesgo de que afecte árboles y líneas eléctricas.
En Rhode Island y el este de Massachusetts hay aviso de vigilancia por inundaciones cerca de ríos.De igual forma, se tiene previsto que los vientos de hasta 30 millas por horas lleguen durante el miércoles en la noche y la mañana del jueves.
Las autoridades en el noreste del país han realizado varias recomendaciones para evitar situaciones que puedan poner en peligro la vida de las personas. Entre los consejos está el de cargar los celulares y tener baterías extras para evitar quedarse incomunicados por los posibles apagones. También señalan la importancia de tener comida no perecedera, no salir a las calles durante la tormenta y evitar entrar en zonas inundadas.

Con hielo seco asfixian las ratas en la ciudad de Nueva York

Con hielo seco asfixian las ratas en la ciudad de Nueva York
Los exterminadores colocan el hielo seco dentro de los huecos y túneles que excavan las ratas en los parque de la ciudad y los cubren con tierra, para que los gases que desprende el CO2 las prive de aire y las asfixie.

Las autoridades de Salud de la Gran Manzana están utilizando una nueva herramienta para acabar con las indeseadas y repugnantes ratas que han invadido a toda la ciudad.
Exterminadores del Departamento de Salud de la Ciudad (DOHMH) comenzaron a llenar las madrigueras subterráneas de los roedores con pedazos de hielo seco con el fin de sofocarlos con el dióxido de carbono (CO2) que desprende ese tipo de hielo.
La nueva técnica consiste en colocar trozos el hielo seco dentro de los huecos y túneles que excavan las ratas en los parque de la ciudad y cubrirlos con tierra, con el fin que los gases que desprende el CO2 las prive de aire y las asfixie.
Durante una demostración realizada en Columbus Park, en el Bajo Manhattan, exterminadores del DOHMH indicaron que el tratamiento en las madrigueras y las colonias de los roedores se realiza durante las horas del día porque es cuando por lo general la ratas se encuentran durmiendo.
Además, aseguraron que el CO2 es seguro y no tóxico y que el mismo ha sido aprobado por la Agencia de Protección Ambiental (EPA) para su uso como pesticida porque tiene un efecto rápido, es más ecológico y menos “inhumano”.
“Es una forma efectiva de controlar las poblaciones de roedores mientras se previene el envenenamiento secundario de mascotas y/o otras especies de vida silvestre como mamíferos y aves (por ejemplo, halcones y pichones)”, indica un comunicado del DOHMH.

Dan entrenamiento a exterminadores

Para comenzar a aplicar la nueva técnica de exterminación de los roedores, el DOHMH organizó tres entrenamientos para capacitar al personal encargado del control de plagas del Departamento de Parques (NYC Parks), la Autoridad de Vivienda de la ciudad de Nueva York (NYCHA), Departamento de Sanidad (DSNY) y el Departamento de Educación (DOE). En total, 33 empleados de las cuatro agencias fueron capacitados en el uso de hielo seco.
El DOHMH, junto a las otras agencias municipales, comenzaron a usar el hielo seco en junio de 2016 durante un programa piloto realizado en áreas comprendidas dentro de la iniciativa de la Oficina del Alcalde conocida como “Neighborhood Rat Reduction”, las cuales tienen las madrigueras y nidos más activos de ratas en los cinco condados.
El programa piloto comenzó en el parque Columbus Park en el Lower East Side (Chinatown) en febrero de 2016 y luego se agregaron el Tompkins Square Park (East Village) y el Seward Park (ambos en Manhattan).
Para demostrar los “resultados prometedores” del programa piloto, el DOHMH compartió las siguientes cifras:
  • Cuando se comenzó a utilizar hielo seco en Columbus Park habían 60 madrigueras de ratas activas. Al final de la prueba solo quedaron dos madrigueras.
  • En Tompkins Square Park se pasó de 368 madrigueras activas en a 20 en el mismo lugar.
  • En Seward Park hubo una reducción de 13 madrigueras a dos.
  • En Jay Wright Hood Park (Washington Heights), había 20 madrigueras cuando comenzó el programa y al final sólo quedaba una.
Además de los parques ya mencionados, la agencia también ha utilizado hielo seco en las siguientes ubicaciones:
  • Flushing Meadows Corona Park, Queens.
  • Winfield Memorial/Winfield Plaza, Queens.
  • Anthony J Venditti Square, Queens.
  • Benjamin Gladstone, Bronx.
  • Sara D. Roosevelt (Lower East Side).
El DOHMH aclaró, sin embargo, que el hielo seco sólo es efectivo en madrigueras y colonias de ratas dentro de la tierra y espacios verdes y no se puede usar en áreas como madrigueras hechas en concreto y alcantarillas.
El Bronx, Manhattan y Brooklyn tienen los lugares con más ratas en Nueva York.
Las áreas con más población de ratas en la ciudad de Nueva York son: Grand Concourse, en El BronxChinatown, East Village y Lower East Side en Manhattan, y Bushwick y Bedford–Stuyvesant en Brooklyn.
Para más información sobre cómo prevenir y controlar la población de ratas puede visitar el portal de infomación sobre ratas del DOHMH.

Broadway da pésame a actriz atropellada en Nueva York


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Nueva York – Intérpretes de Broadway dieron hoy su pésame y apoyo a la actriz estadounidense Ruthie Ann Miles, víctima del atropello ocurrido este lunes en Brooklyn (Nueva York) en el que murieron dos niños, su hija de 4 años y el infante de un año de una amiga, y tres personas quedaron heridas, incluidas ellas dos.
El accidente, que todavía se investiga, tuvo lugar en el barrio de Park Slope por la tarde, cuando una conductora se saltó un semáforo en un cruce y provocó la muerte de los dos pequeños y heridas a tres adultos.
Miles, embarazada, atravesaba la intersección con su hija Abigail y su amiga Lauren Lew, que llevaba en un carrito a su hijo Joshua, al mismo tiempo que un hombre de 46 años no identificado, en el momento del incidente.
Las cinco víctimas fueron trasladadas al hospital, donde se confirmó el fallecimiento de los niños, según informó esa tarde el alcalde Bill de Blasio, quien indicó que no sufrían lesiones graves, aunque medios locales informaron de que la actriz estaba crítica.
Miles, ganadora de un premio Tony por su papel en “The King and I”, ha recibido mensajes de solidaridad de compañeros de profesión como el puertorriqueño Lin-Manuel Miranda, quien ofreció sus condolencias también a Lew a través de Twitter.
Intérpretes como Miranda, Ben Platt y Kristin Chenoweth compartieron hoy en las redes sociales dos páginas en la plataforma de recaudación colectiva GoFundMe abiertas para ofrecer apoyo financiero a las dos mujeres heridas y sus familias.
Una actualización en la página dedicada a Miles señalaba que se había estabilizado, estaba “en camino a la recuperación física” y el feto no había sufrido lesiones.
De acuerdo con informaciones policiales citadas por el Daily News, la conductora, identificada como Dorothy Bruns, de 44 años, sufrió algún problema de salud mientras conducía y es poco probable que se enfrente a cargos criminales.
No obstante, la policía local consultará con el fiscal del distrito de Brooklyn antes de tomar una decisión al respecto sobre la mujer, que está en custodia y permanecía hospitalizada hoy, añade el diario.
Según un vídeo publicado por varios medios locales, Bruns se detuvo en un semáforo en rojo en la intersección entre la calle novena y la quinta avenida, pero después aceleró, invadió otro carril y chocó contra un coche estacionado.
Esta mañana, De Blasio se trasladó a la zona del accidente, en la que los vecinos han improvisado un memorial con ramos, velas y peluches, y declaró que la ciudad seguirá persiguiendo a los conductores que superen el límite de velocidad.
“Podemos cambiar las intersecciones, poner cámaras de velocidad, muchas cosas. Pero para los individuos que van a romper la ley, la herramienta que tenemos es el orden público. Cuanto más fuerte, mejor”, dijo, según recoge el diario.

domingo, 4 de marzo de 2018

Así es Attaboy: la coctelería mítica de Nueva York en la que cada cliente hace su carta

Seagram’s NY Hotel at NH Collection Suecia trae a Madrid el espíritu de este local gracias a la magia de su coctelero Michael McIlroy

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  ATTABOY es una joya oculta en el corazón de Manhattan. Desde su apertura, hace cinco años, este bar clandestino no se ha bajado del top ten de las mejores coctelerías del mundo. Lo que lo hace tan especial es la relación tan estrecha que tienen los camareros con sus clientes. Desde que entran, a estos se les pregunta sobre cosas básicas como qué tipo de bebidas les gusta o cuáles no y se les informa de la lista de productos frescos que tienen. No hay carta, por lo que la comunicación es clave para ofrecer a cada uno el cóctel que más se ajusta a su persona.
El local, situado en Lower East Side, es pequeño, tiene capacidad para no más de treinta personas, quien va, destaca su ambiente íntimo. Se encuentra escondido, de hecho, dar con él no es nada fácil al no haber carteles ni señales que lo distingan de cualquier vivienda. Si consigues encontrarlo tienes que llamar al timbre y esperar a que te apunten el nombre. Puedes tener suerte y pasar al instante; esperar cinco minutos o estar horas en la cola, eso depende de ti y tu capacidad de aguante. Pero no te desanimes, en la web de TripAdvisor hay 76 comentarios de españoles que opinan sobre el bar, la mayoría lo tacha de excelente, y muy pocos se quejan de lo difícil que puede ser entrar a veces.

El local, situado en Lower East Side, es pequeño, tiene capacidad para no más de treinta personas. Dar con él no es nada fácil al no haber carteles ni señales que lo distingan de cualquier vivienda"

La historia de Attaboy es la historia de Michael McIlroy, un irlandés que ya desde los dieciséis años tenía muy claro que quería dedicarse a preparar combinados. Primero trabajó en un hotel en Belfast y luego, en un pub de cócteles llamado Apartment, allí fue donde le cogió el gusto a mezclar bebidas. Entonces supo de un bar en Nueva York que tenía fama por la variedad de cócteles que preparaba y por no tener una carta a disposición de los clientes. Ese local se llamaba Milk & Honey y pertenecía a Sasha Petraske, considerado por muchos un genio de la coctelería y mente creativa de algunos de los locales más visitados de capitales como Londres o Melbourne.
Hace trece años, McIlroy se personó en la puerta de Milk & Honey y le dijo a Sasha: “He venido desde Irlanda y lo único que quiero es trabajar contigo”. No necesitó más, al día siguiente ya formaba parte de la plantilla. Era normal que camareros de todo el mundo llamasen a la puerta para pedir trabajo por unas semanas o pocos meses y llevarse los conocimientos a su país. De esa forma, la influencia de esta coctelería ha viajado por todo el mundo y subyace en locales de diferentes países como el Everleigh, en Australia.
Los comienzos para Sasha fueron difíciles, cuando se hizo con el local no sabía nada de combinados; además, no tenía dinero ni para imprimir una carta, por ese motivo decidió improvisar los preparados, algo que después se convirtió en el sello de la casa. Después de trece años en lo más alto, Sasha decidió cerrar Milk & Honey para centrarse en otros locales más grandes y por lo tanto más rentables. Fue entonces cuando Mcllroy y su socio Sam Ros, que entonces eran camareros, decidieron hacerse con el local y perpetuar su legado.
Así es Attaboy: la coctelería mítica de Nueva York en la que cada cliente hace su carta
La semana pasada Mcllroy estuvo en Madrid invitado por Seagram’s Gin para presentar las actividades programadas en Seagram’s New York Hotel at NH Collection Suecia. Hasta el 24 de marzo, lo más icónico de la Gran Manzana se instalará en este céntrico hotel. El propietario de Attaboy ofreció una Master Class en la que preparó dos cócteles que tuvieron a la ginebra como principal protagonista. No es casualidad que el famoso barman se sumara a este evento, porque como ha asegurado en otras entrevistas: “Los cócteles con ginebra son los más versátiles”.
Para la ocasión, Attaboy ha diseñado una carta de siete cocteles diferentes. Uno de los dos que preparó Mcllroy en Madrid, y que está incluido en esta lista, se llama Cavalieri y es una variante del mítico Negroni, que incluye Montenegro, ginebra y Vermú rojo. Las bebidas las sirvió en los dos tipos de vaso que se utiliza en Attaboy y cuya peculiaridad radica en que el hielo es fabricado por ellos mismos y en una sola pieza. Hay de dos clases, uno largo y delgado para vasos de tubo y otro cuadrado y ancho para vasos redondos y más pequeños.
Aunque ha sido difícil traer a Madrid la esencia de Attaboy, se han tratado de respetar al máximo todos los detalles para que el cliente disfrute de una experiencia lo más parecida a estar en esta coctelería. En el bar de Manhattan, sin embargo, solo hay tres mesas con capacidad para seis personas y en la barra ocho taburetes, cuando el bar se llamaba Milk & Honey había cuatro sillas en la barra. Después de hacerse dueños Ros y Michael decidieron respetar la historia del local, aunque añadieron algunos toques para hacerlo más moderno.
Así es Attaboy: la coctelería mítica de Nueva York en la que cada cliente hace su carta
ALFONSO ÁLVAREZ-DARDET
Una de las características de Attaboy que se pueden disfrutar en Seagram’s NY Hotel at NH Collection Suecia es la preocupación de sus dueños por los productos frescos. Cualquier zumo se hace con frutas y verduras de temporada y al instante. “Los jugos los hacemos naturales, de manera que hemos tenido que comprar una centrifugadora para obtener la máxima calidad”, explica Mcllroy. Para él, un buen día es aquel en el que el bar no se llena, hay entre cinco y siete clientes, de esta forma puede dar rienda suelta a su imaginación con tranquilidad y aprovechar los ingredientes del día para sorprender a los afortunados que allí se encuentren. Claro está, como dueño del local prefiere verlo lleno.

"En Attaboy se lo toman en serio y saben que detrás de cada personalidad hay una bebida; detrás de un estado de ánimo, un combinado capaz de devolverte la sonrisa"

Cuando Sasha cerró Milk & Honey lo hizo para ampliar su sueño y llevarlo a otros rincones del mundo, de hecho, hay una versión de este bar en Londres. Desgraciadamente, no va a poder ver de qué forma se expandió su legado, ya que murió joven, con 42 años. A él le debemos el concepto de cóctel moderno y Attaboy es uno de los santuarios cuya misión es que su sabiduría no caiga en el olvido. Algunos dirán que preparar combinados es un arte menor. Que mezclar bebidas hasta dar con el sabor perfecto, no es tan meritorio. Pero en Attaboy se lo toman en serio y saben que detrás de cada personalidad hay una bebida; detrás de un estado de ánimo, un combinado capaz de devolverte la sonrisa. Y si ese que has probado no te ha gustado, los camareros te prepararán otro hasta dar con el tuyo.
Seagram’s NY Hotel at NH Collection Suecia está en la calle del Marqués de Casa Riera, 4 (Madrid), al lado del Círculo de Bellas Artes. La idea es vivir una experiencia lo más parecida a estar en La Gran Manzana. Coctelerías con historia como Flatiron Lounge, Attaboy o BlackTail; el mítico brunch de Russ & Daughters, famoso por sus appetizing, palabra judía para referirse a los ingredientes que se sirven con los deliciosos bagels; el jazz de Blue Note, un local que es leyenda viva de la música; el perfecto Cut & Shave neoyorquino, con su particular gusto por los detalles y las mejores películas del cine clásico americano. Desde el invento del celuloide, Nueva York ha sido escenario de muchas de las películas más emblemáticas del cine. Todos recordamos escenas míticas como el escaparate de la Quinta Avenida en Desayuno con diamantes; la estatua de la Libertad en Sabotaje o el Empire State Building en King Kong.

Mexicanos de a pie en Nueva York


Historias mexicanas desde Nueva York, de Ediciones Proceso.

A fin de “escudriñar la vida de los migrantes mexicanos que arribaron desde la década de los ochenta a la Gran Manzana”, el historiador, cronista y analista político Eduardo González Velázquez aprovechó su asistencia a un congreso académico en Nueva York en el verano de 2016 para entrevistar a cuantos migrantes mexicanos estuvieron a su alcance y fotografiar sus lugares de trabajo. El resultado fue el libro Historias mexicanas desde Nueva York, de Ediciones Proceso, en el que se aprecia la diversidad de orígenes, formaciones culturales y expectativas de los compatriotas que se van del país con la misma aspiración: conseguir una vida mejor. Aquí presentamos unos extractos del volumen, que ya está en librerías.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Día 2. A las 7 de la mañana sonó mi despertador. En realidad no necesité su ayuda, pues los ronquidos de mi vecino de litera, un ruso cincuentón y rechoncho, habían complicado mi descanso y varios minutos antes de escuchar el despertador ya me encontraba mirando la desgastada pintura del techo. Baño ocupado. Esperé en un pequeño pasillo que conecta sanitario, cocina y cuartos, desde donde comienzan a mostrarse algunos inquilinos para indicar que hacen fila para la regadera.
Ya en la calle me recibió una lluvia ligera. Tal como sería durante dos semanas, tomé la línea Q del subway para salir a trabajar. La dirección fue Times Square para luego abordar la línea 1 y llegar a mi primera cita. Poco a poco el tren se fue llenando. Decenas de pasajeros ensimismados en el universo internético al que son conectados a través de sus celulares para alejarlos del ajetreo cotidiano de los vagones y las prisas laborales. Desayuné en Panchos, un lugar que conocí en la primavera de 2015. Los baristas, originarios de Puebla, son los mismos que un año atrás me habían extendido la invitación para regresar. Debía dirigirme al Barrio en el cuadrante que hacen la Park Avenue al este, la 128 al norte, la Pleasant al oeste y la 100 al sur; atravesado por la importante avenida Lexington, en el East Harlem, al norte de Upper East Side, luego de ponerme al tanto de las noticias de los poblanos en el último año. La mejor opción para llegar a mi destino fue subirme a la ruta 116 del transporte público.
Comenzaron las entrevistas. Caminé hasta el East River. En el primer Starbucks de la jornada entré a tomar más café, pues el de Panchos me parece muy ligero. Fueron seis entrevistas. Historias duras todas, construidas con trabajo. Ojos constantemente humedecidos por las referencias al pasado. Lamentos por lo dejado atrás. Incertidumbre por lo venidero. Ideas encontradas sobre la posibilidad o no de regresar al terruño. Largos silencios cuando rascan en el pretérito para encontrar y luego verbalizar buenas y malas experiencias: “Yo no tuve niñez”, dice Gladys, cuando le pido que recuerde sus primeros años de vida. Lo mismo sucede cuando define su situación migratoria, su ser migrante.
Pero también escuché intensos relatos de “triunfadores” que contrastan con la idea que la mayoría tienen de México: “Veo a México de la chingada. En México tienen a la gente engañada”. “A México lo veo con ganas de no volver, porque allá no alcanza el dinero, no rinde”. “Ni para comprar la canasta básica te sirve el trabajo; aquí hasta de vacaciones salimos”. Otros más mostraron las páginas web de sus negocios para presumir: “Aquí está mi historia, aquí puedes ver lo que he construido”.
El Barrio es una zona que históricamente ha recibido pinceladas de diferentes grupos. Al principio llegaron holandeses, luego afroamericanos, más tarde judíos, puertorriqueños y, en las últimas dos décadas del siglo pasado, los mexicanos procedentes de Puebla, Oaxaca, Guerrero y el Estado de México; todos en busca de una vivienda barata aunque fuese de mala calidad, y una vida cotidiana “en español”, sin importar el bajo nivel de desarrollo humano.
Como sea, el noreste de Manhattan se ha significado como área de arribo para exiliados de varios países y en los últimos años es una de las mayores concentraciones de migrantes mexicanos en Nueva York.
La tarde va corriendo y la hora del play ball se acerca. No tengo la manera ni el propósito de negarles el gusto desbordado que tengo por el beisbol. Yankees de Nueva York contra Blue Jays de Toronto, un duelo de la División Este de la Liga Americana. No me lo puedo perder. Antes de ingresar al Yankee Stadium compré dos pequeñas hamburguesas que me comí al tiempo que rodeaba el inmueble deportivo. Entré a las 5 de la tarde, dos horas antes del primer lanzamiento. Miré la práctica de bateo de ambos equipos, recorrí todos los rincones del lugar. No lo podía creer, estaba en la casa del club deportivo más ganador en todo el mundo: 27 títulos de Serie Mundial. Al fin comenzó el juego. Mi box score se fue llenando al paso de las entradas.
En la parte alta del noveno episodio, con el marcador favoreciendo a los mulos de Manhattan seis a cero, se comenzó a escuchar con fuerza “El son de la negra” que anunciaba en el montículo, para rematar el juego, al mexicano Luis Cessa, número 85. No era situación de salvamento, la diferencia era mayor a tres carreras. El veracruzano, luego de enfrentar a cuatro bateadores, colgó el último cero de la noche.
En el regreso a mi cuarto tuve un par de confusiones al abordar el subway, por lo que llegué a dormir hasta la media noche. Día intenso, repleto de historias llenas de contrastes y voces entrecortadas. En mi habitación ya dormíamos cuatro.
Habla Emmanuel, veracruzano
Nací en Tuxpanguillo, un pueblo de poco más de 3 mil habitantes en el municipio de Ixtaczoquitlán, Veracruz, muy cerca de Córdoba y Orizaba.
Apenas tenía 20 años cuando llegué a Nueva York por allá de 2008. Me vine como todos, sin papeles y en la pobreza; y como casi todos, todavía no arreglo nada. Cuando crucé por Sonoyta, Sonora, en la línea pensé: debo buscar un futuro mejor para ayudar a que mi familia viva un poco mejor. Hoy ese cruce sigue siendo un buen lugar para entrar a este país.
En México aprendí el oficio de panadero, lo que me ayudó a encontrar rápidamente un trabajo. Si sabes hacer algo consigues empleo en cualquier parte del mundo. El trabajo es igual donde sea, lo único que cambian son las condiciones que te ponen. Aquí son mejores que las de México: allá trabajaba y trabajaba y no salía nada, por eso me vine a buscar más a Estados Unidos.
En Veracruz primero estuve en una tortillería, después fui copiloto con unos traileros. Así fue como comencé a estar más cerca de la frontera, y un día dije: ya estoy cerca, ¿por qué no? Y crucé.
Casi nueve años después de estar en Nueva York, no me considero migrante, porque yo siempre he sentido que uno es de donde pisa, y ahorita estoy pisando aquí, que es donde me friego. Al alcanzar tus metas, sin importar dónde estés, logras el sueño americano, por eso yo creo en él y debo aprovechar las oportunidades que me ofrece Nueva York para alcanzar mi sueño, sólo debo echarle ganas. Poco a poco lo estoy consiguiendo, en el futuro me veo con una panadería propia. Estoy ahorrando para eso. De poquito en poquito se va llenando el jarrito.
Por eso no pienso mucho en regresar a México, sino en crear algo acá. A México lo veo decadente por la guerra interna que tiene, la vida está muy difícil. En Veracruz está igual. Cuando yo vivía allá sí me daba cuenta de lo que sucedía, pero ahora que estoy fuera lo veo un poco más. La economía está mal, con la devaluación todo se incrementa; en México los productos ya valen casi lo mismo que en Estados Unidos, pero allá los tienes que pagar en pesos.
De Veracruz guardo recuerdos bonitos: mis amigos, mi familia, las fiestas, el relajo. Me la pasaba para arriba y para abajo. Pero ahora estamos aquí, tengo mi esposa y dos hijos que ya nacieron en Nueva York. Además de ser panadero y disfrutar mucho de las conchas que horneo, hace tiempo tuve una banda de música donde tocábamos hardcore. Anduvimos por todos lados, conocimos muchas bandas. Fue una experiencia muy bonita. La dejé por la familia, porque la música absorbe mucho y sólo andaba en mi desmadre.
Francisco, capitalino
Yo soy del Distrito Federal, aunque ahora digan que se llama Ciudad de México. Nací hace 45 años. Soy de oficio panadero-repostero y pastelero. Llevo 19 años viviendo en Nueva York. Antes estuve en Nueva Jersey, San Diego y Chicago. Anduve por todos los puntos del país. Tuve la oportunidad de regresar dos años a México y luego me retorné.
Aunque trabajo y pago mis impuestos, desde hace 10 años he tratado de estar legal pero no se puede, no he podido arreglar mis papeles. Estoy pagando un abogado para ver si lo consigo.
La mera verdad me siento más de Estados Unidos que de México. Pensé que con Barack Obama y su reforma migratoria podría arreglar mis papeles, pero él ha sido uno de los peores mandatarios que ha habido en este país: deportó a miles y la reforma migratoria nunca salió.
En México trabajé mucho tiempo como panadero en las tiendas de Bodega Aurrerá, pero luego se vino la devaluación del peso cuando Salinas de Gortari salió de la presidencia y pasamos muchos problemas por lo del “error de diciembre”, ya con Ernesto Zedillo en la presidencia.
Hoy es difícil pronosticar mi futuro. No veo la posibilidad de regresar a México; aunque si gana Donald Trump me imagino que tendremos problemas y entonces tal vez sí regrese, pero si no llega a la Casa Blanca entonces no. Mientras, voy a seguir tratando de arreglar mi estatus migratorio.
Aquí Barack Obama no ayuda y allá el presidente Enrique Peña Nieto nos hace quedar mal a nosotros mismos, le falta mucha preparación para ser mandatario de una nación y resolver los problemas que tiene México, no sólo producto de este sexenio, sino de la dictadura de más de 70 años que tuvimos del PRI.
La verdad, yo creo en el sueño americano. Muchos trabajamos porque hay oportunidades y no las vamos a desperdiciar. Si las aprovechamos podemos poner un negocio y comprar una casa en Nueva York.
En México hay mucha gente que siempre ha luchado para salir adelante y no ha podido, otros más se quedan en la frontera intentando cruzar y jamás brincan el muro. Eso lo miré cuando estuve ahí. Aunque mi historia como migrante no ha sido todo lo que esperaba, sí he mejorado económicamente. Lo que me sigue molestando es la discriminación que hay en este país, se siente el odio hacia los mexicanos; incluso entre los mismos paisanos hay envidias. Eso a veces complica la vida.
El tercer día
A las 9:30 salgo nuevamente a trabajar al Barrio y al congreso del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), donde presentaré una ponencia sobre los claroscuros de la migración centroamericana de tránsito por la Zona Metropolitana de Guadalajara.
El East Harlem, donde se asienta el Barrio, al igual que muchas otras áreas de recepción migratoria, ha experimentado un desplazamiento de su población rumbo a zonas de menor costo pero localizadas a mayor distancia de los sectores de trabajo y de servicios. Esta situación ha sido aprovechada por los mexicanos para repoblar algunos espacios al sur del Bronx.
Luego de registrarme en Clacso estuve en Panchos para escuchar las andanzas de dos trabajadores que entregan comida a domicilio en bicicleta. “Nosotros trabajamos en el delivery”, me dicen los dos repartidores. La razón de usar la bicicleta es principalmente porque no tienen licencia para conducir motocicletas. Panchos es de esos lugares tomados por la comunidad latina para intercambiar sus historias cotidianas mientras desayunan antes de irse a trabajar.
Los agradables olores emanados desde la parrilla potencian el apetito de los parroquianos. No obstante que el televisor se mantiene encendido las 15 horas que permanece abierto el lugar, la camaradería y la cercanía de los comensales mantienen la atención en los cuentos ciudadanos, ignorando deliberadamente los sonidos del televisor.
De regreso al congreso, a una cuadra de la Quinta Avenida, en The New School, escuché y compartí reflexiones académicas sobre la pobreza y desigualdad en América Latina y los nuevos tiempos políticos en Cuba. Mismas problemáticas, diferentes acercamientos de lo aprehendido desde la cotidianidad vivida por la clientela de Panchos.
Sin duda, la urgencia económica latinoamericana continúa generando migrantes. “Mientras no haya trabajo seguiremos huyendo”, resuenan las voces de los exiliados económicos.
El congreso se llama “América Latina-Estados Unidos: Diálogo de saberes” y es organizado por The New School y el Observatorio Latinoamericano. Las reflexiones hacen hincapié en que la pobreza se refiere a una condición, mientras la desigualdad apunta a las relaciones sociales dentro de una estructura dada. En ese contexto se afirma que en los últimos 15 años ha disminuido la pobreza en América Latina pero no la desigualdad, porque no ha cambiado la estructura de las relaciones sociales. Asimismo, se advierte que esa parte del Continente Americano se mantiene como la región tributaria más injusta del mundo; que es necesario detener la inclusión excluyente de los sistemas educativos que brindan a los jóvenes universitarios preparación de bajísima calidad, manteniendo la imposibilidad de la movilidad social; es una de las razones por las cuales el valor asignado por los jóvenes a la educación formal, como herramienta sine qua non para mejorar su condición social, disminuye rápidamente. Es la materialización de la inclusión excluyente.
Se insiste en las mesas de análisis que los cambios en nuestro subcontinente deben realizarse de abajo hacia arriba, porque “lo único que se construye de arriba hacia abajo son los hoyos”, citan al recientemente fallecido y muy extrañado Eduardo Galeano.
Este adelanto se publicó el 25 de febrero de 2018 en la edición 2156 de la revista Proceso.