En el año 2012 se produjo la supertormenta Sandy, que les arruinó la vivienda y la vida a miles de neoyorquinos. /ARCHIVO |
El cambio climático en el mundo está haciendo que nuestra vida y vivienda sean más vulnerables a las catástrofes naturales. La ciudad de Nueva York es particularmente vulnerable a tormentas e inundaciones, y las compañías de seguro se están beneficiando de la desdicha de sus clientes. En este momento las leyes de seguros del estado de Nueva York protegen a las aseguradoras más que a los consumidores. Esto debe cambiar.
El que las leyes de seguros de Nueva York sean poco beneficiosas para los consumidores implica que las aseguradoras ganan más dinero que en ningún otro lugar del país del infortunio de sus asegurados. La “tasa de pérdida” es la pérdida total que una compañía de seguros paga a manera de reclamos, y con el seguro de vivienda, la tasa típica es de 55-65% a nivel nacional.
Sin embargo, en Nueva York, las aseguradoras se benefician mucho más. La tasa de pérdida de Nueva York fue de 40% en 2008, 41% en 2009, 48% en 2010 y 43% en 2014.
¿A qué se debe esto? En primer lugar, el estado de Nueva York es uno de los siete en todo el país donde se prohíbe a los asegurados que soliciten reembolso por honorarios legales, lo que permite que las aseguradoras paguen insuficientemente por reclamos o los ignoren del todo, sin mayor temor a que se les demande. En segundo lugar, en Nueva York, los propios consumidores deben pagarle a un arquitecto o ingeniero para que evalúe su caso, lo que con frecuencia es necesario para respaldar un reclamo. Estos honorarios tampoco se reembolsan.
Esta es una situación en que los consumidores de todas maneras pierden, porque incluso si logran que se paguen sus reclamos, no se les reintegra del todo. En 42 estados del país, el precio adicional de llegar a un acuerdo justo se puede agregar al desembolso del seguro. Debido a estas leyes, las aseguradoras en dichos estados también tienen la motivación de resolver los reclamos contenciosos de manera rápida y justa, en vez de retrasar el proceso, que es lo que sucede repetidamente en Nueva York.
En el año 2012 se produjo la supertormenta Sandy, que les arruinó la vivienda y la vida a miles de neoyorquinos. Muchos de los que presentaron reclamos después de Sandy quedaron en un limbo y no pudieron dejar atrás la desolación.
Incluso durante el año de la supertormenta Sandy, cuando la tasa de pérdida de Nueva York fue de 80.4%, fue muy baja en comparación con la tasa de pérdida de otros estados después de huracanes. Incluso más impresionante es que la tasa de pérdida de Nueva York se redujo a 35% el año siguiente. Las aseguradoras siguieron demorando los casos para ahorrar dinero a la vez que argumentaban que el daño a las viviendas de los consumidores no había sido causado por el viento sino más bien por inundaciones, que tienen protección del seguro federal contra inundaciones.
Ante la legislatura estatal hay actualmente dos propuestas en las que se procura cambiar la ley que actualmente favorece a las aseguradoras por encima de los seres humanos. La Ley de Reclamos Injustos (Unfair Claims Act) y la Ley de Resolución de Reclamos Justos (Fair Claims Settlement Act) les otorgan a los asegurados el derecho a solicitar daños si la aseguradora se rehúsa a pagar o retrasa sin razón el pago de lo que debe. Las propuestas también impedirían que las aseguradoras les pasen a los consumidores el costo de fallos de mala fe por medio de incrementos injustos de primas.
Es hora de que se produzca un cambio. Estamos permitiendo la vulnerabilidad de los neoyorquinos en el aspecto más esencial de la vida: su hogar. Se deben aprobar estas medidas para que los pobladores de Nueva York –en vez de las corporaciones– cuenten con el amparo de la ley.
-Andrew Friedman es codirector ejecutivo del Center for Popular Democracy
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