Nueva York
Robert Mercer está considerado una fuerza mayor en la presidencia de Donald Trump. Y como todas las grandes fortunas, tiene una fundación familiar en su caso utiliza para financiar causas políticas que sirvieron para allanar el camino para que el empresario neoyorquino llegara a la Casa Blanca. La dirige su hija Rebekah. Parte de su fortuna se dirige, en concreto, hacia grupos sin ánimo de lucro que cuestionan el cambio climático.
El nombre de los Mercer también está asociado Museo Americano de Historial Natural de Nueva York, donde Rebekah ocupa desde 2013 un asiento en el consejo de la prestigiosa institución gracias a sus generosas aportaciones. Esta contradicción directa entre los intereses políticos de la familia y la misión educativa del museo provocó que 28 de sus conservadores se lanzaran a la calle para pedir su dimisión.
Michael Novacek, vicepresidente del museo, cree que la presencia de Rebekah Mercer plantea un problema mayor en el esfuerzo de educar al público sobre la ciencia que hay detrás del cambio climático, tanto la pasada como la futura. La protesta cuenta con el respaldo de más de 250 científicos que acaban de publicar una carta abierta en la que dicen que el museo es un tesoro que hay que proteger.
“La fundación Mercer destinó decenas de millones a una lista de organizaciones que atacan la ciencia del clima y las soluciones políticas”, señalan, citando los trabajos del Heartland Institute, del Cato Institute, del Oregon Institute of Science o la Heritage Foundation. También recuerdan que la hija del financiero formó parte del equipo que preparó la transición de Donald Trump y que propuso a figuras que niegan el cambio climático para su equipo de gobierno.
Mucho antes de que el republicano se planteara la carrera presidencial, la familia apoyaba las labores de activistas ultraconservadores como Steve Bannon y el portal Breitbart News. De hecho, la batalla de la comunidad científica contra Rebekah Mercer comenzó dos años después de que llegar al consejo de fideicomisarios. Consideraron que su aportación mina la confianza del público hacia la institución.
Tres años de batalla
Aquella primera carta de denuncia, que también iba dirigida a la petrolera Exxon Mobil y al magnate David Koch, otro de los grandes donantes a causas ultraconservadoras, sigue siendo válida según los firmantes. “La prominencia de los Mercer como donantes y como miembros del consejo", dicen, puede crear escepticismo hacia la responsabilidad de la institución de transmitir el conocimiento científico.
La carta abierta distribuida a través del Museo de Historial Natural de Brooklyn va acompañada por una petición de firmas en la que se reclama que el museo rompa lazos con los negacionistas del cambio climático y para que se eche específicamente a los Mercer del consejo. “El activo más importante para cualquier institución de este tipo es la credibilidad”, insisten los organizadores de la protesta.
David Koch dejó el consejo del museo cuando no se había cumplido un año de la primera carta. La institución dijo entonces que su renuncia no estaba vinculada a esta movilización y como entonces insiste en que las decisiones que se adoptan respecto a sus fideicomisarios no están vinculadas a sus puntos de vista políticos. También asegura que los donantes no participan en las decisiones de las muestras.
El papel de los Mercer en el Museo Americano de Historial Natural fue objeto de un intenso debate en Nueva York durante la campaña a las presidenciales. La prensa realizó diversas investigaciones en la que trazaba vínculos entre los grandes donantes conservadores con las organizaciones culturales de la ciudad, como el Museo de Arte Metropolitano, que tiene una fuente dedicada a David Koch.
No hay comentarios:
Publicar un comentario