Los inmigrantes son la columna vertebral de la ciudad de Nueva York, donde más de un tercio de la población nació en el extranjero y la mitad de todos los pobladores hablan un idioma que no es el inglés.
Sin embargo, lo que mucha gente no sabe es que muchos inmigrantes en Nueva York que cumplen los requisitos para la ciudadanía no la solicitan, debido a obstáculos legales y económicos, entre ellos problemas de idioma y la alta tarifa que se debe pagar al presentar la solicitud.
Como resultado, hay más de 646,000 inmigrantes en la ciudad que cumplen los requisitos para hacerse ciudadanos, casi una cuarta parte de sus pobladores nacidos en el extranjero. En todo el país, casi nueve millones de residentes legales permanentes podrían hacerse ciudadanos pero no lo han hecho.
Hace dos años, el alcalde de Nueva York Bill de Blasio se sumó a los alcaldes de Chicago y Los Ángeles para lanzar un programa llamado Ciudades a favor de la Ciudadanía (Cities for Citizenship), con el propósito de ayudar a eliminar dichos obstáculos. El programa, coordinado conjuntamente por el Center for Popular Democracy y la National Partnership for New Americans, ha logrado que alcaldes de 26 ciudades y condados inviertan en programas que facilitan que los residentes legales se hagan ciudadanos.
Las ciudades y los condados de Cities for Citizenship forman alianzas estrechas con organizaciones comunitarias locales para ofrecer una variedad de servicios necesarios, entre ellos asesoría económica y legal, como también micropréstamos, para ayudar a los residentes legales a realizar los trámites para la naturalización.
Desde el lanzamiento del proyecto, más de 10,000 personas han iniciado el proceso de ciudadanía en todo el país y más de 12,000 han recibido información sobre las opciones de ayuda económica.
La diferencia entre ser residente legal permanente y ciudadano no es un mero detalle legal, ni mucho menos. Los ciudadanos tienen acceso a una variedad de beneficios, entre ellos el derecho al voto, la posibilidad de viajar libremente dentro y fuera del país, y la tranquilidad de no estar sujetos a deportación.
La ciudadanía además abre puertas a mejores empleos, una de las razones por las que los ingresos de los inmigrantes que se hacen ciudadanos aumentan hasta 11 por ciento. La probabilidad de que los inmigrantes nacionalizados tengan una cuenta bancaria es cuatro vecesmás alta que la de quienes no son ciudadanos. Y la ciudadanía facilita ir en pos de una educación, comprar vivienda y poner un negocio. Como resultado, el índice de pobreza de los inmigrantes naturalizados es significativamente más bajo que el de quienes no se hacen ciudadanos.
La naturalización beneficia no solo a los inmigrantes sino también a las comunidades donde viven. El mayor potencial de ingresos de los inmigrantes naturalizados impulsa la economía local y puede producir millones en ingresos tributarios. El Urban Institute calculó que la ciudad de Nueva York recaudaría $789 millones adicionales en ingresos fiscales si todos los inmigrantes que reúnen los requisitos para ser ciudadanos lo hicieran. El mismo estudio probó, además, que la naturalización puede reducir el gasto en beneficios del gobierno, lo que aumentaría los fondos disponibles para educación, transporte y otros importantes servicios para la comunidad.
Está claro que nuestras ciudades tienen mucho que ganar si promueven la naturalización. Por eso los alcaldes han asumido la delantera para respaldar a los inmigrantes que le dan solidez y dinamismo a nuestra nación. Esperamos que otras ciudades sigan el ejemplo de la ciudad de Nueva York y se sumen a un proyecto que ha hecho mucho para ayudar a los inmigrantes en todo el país.
-Andrew Friedman es director ejecutivo del Center for Popular Democracy, aliado de Cities for Citizenship.
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