Un paseo de la mano de Seagram’s Gin por una selección de 'rooftops' y bares neoyorquinos
Manhattan no se detiene, dicen. O la vives o te la cuentan. En medio de la amplia oferta de la ciudad que nunca duerme, donde todo es posible, los rooftops, bares al aire libre en las azoteas de los edificios, se convierten ahora, con la llegada del buen tiempo, en símbolo del más puro glamour neoyorquino. Pero algunos bares tradicionales mantienen su encanto como centro de reunión, con la coctelería como excusa perfecta para el relax. Entre los rooftops, auténticos santuarios del afterwork, son clásicos el 230 Fifh, un magnífico espacio en la 5ª Avenida, con un lounge con ventanales sobre Manhattan desde el que se accede a la terraza, frente al Empire State o el Chrysler Building, espectacularmente iluminados cuando cae la noche. El Sky Room, con una seductora carta de cócteles y una amplia vista sobre el cercano río Hudson, es otro imprescindible.
En el distrito de Meatpacking, el hotel Gansevoort apuesta por un toque elegante pero festivo, testigo también de algunos de los mejores atardeceres de la ciudad. Entre los bares, dos recomendaciones muy distintas: The Penrose, en el Upper East, paredes de ladrillo visto, comidas, cenas, brunch y bebidas hasta las 4 de la mañana, y Cienfuegos, un templo del rococó en su decoración, con una imaginativa carta de cócteles. Cualquier opción es válida; al fin y al cabo, estamos en Nueva York.
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