Calle de South Williamsburg, en Brooklyn (Nueva York), con el puente de Williamsburg al fondo. / SASCHA |
A Williamsburg no se viene a hacer turismo, aunque cada vez son más los que incluyen este barrio de Brooklyn entre sus puntos imprescindibles para conocer lo último de Nueva York. La creatividad fluye a raudales en una de las últimas grandes zonas de moda, a la que la gente acude para comer, tomar algo o ir de compras. Al cabo de un rato, contemplar las legiones de hipsters con barbas y tejanos ajustados (y otras tribus urbanas) puede resultar monótono, pero bajo la superficie (y el postureo) hay mucha creatividad.
Williamsburg es como una ciudad universitaria pero sin campus ni facultades. Actualmente es el imán bohemio de Nueva York, atrayendo a jóvenes artistas, músicos, escritores y diseñadores gráficos. En otros tiempos, fue una zona obrera colonizada por inmigrantes latinoamericanos, pero ha cambiado de ambiente y se ha poblado de restaurantes cool y moderna vida nocturna. Tiene, eso sí, pocos puntos de interés turístico pero el barrio es perfecto para pasar una tarde viendo escaparates sorprendentes y con buen gusto, cenar, tomar unas copas y ver un concierto. Los fines de semana conviene ir más temprano para ver mercados o tomar un brunch.
La mayor parte del barrio se extiende a lo largo del East River, al norte del Williamsburg Bridge. La avenida principal es Bedford Ave, repleta de cafeterías, tiendas y restaurantes, sobre todo entre N 10th St y Metropolitan Ave. Hay algunas paradas que podrán ofrecernos una imagen general del barrio.
1 Williamsburg Bridge
Un punto de inicio para adentrarnos en Williamsburg que nos ofrece una foto interesante. Este puente colgantede estructura de acero fue construido en 1903 para conectar esta parte de Brooklyn con el Lower East Side de Manhattan, ayudando a transformar el barrio en una próspera zona industrial. Actualmente, los carriles-bici y de peatones ofrecen vistas de Manhattan y el East River. El puente une dos barrios con abundantes bares y restaurantes, así que podremos tomar algo en locales interesantes en ambos extremos.
2 East River State Park
Este parque junto al río es el mejor lugar de Williamsburg para montarse un picnic o una fiesta al aire libre, y además acoge conciertos gratuitos durante el verano, con unas vistas magníficas de Manhattan. El East River State Park es muy popular cuando llega el buen tiempo, especialmente cuando se monta el Brooklyn Flea, posiblemente, el mejor mercadillo de Nueva York, con más de 200 vendedores que ofrecen desde antigüedades y ropa vintage hasta innovadores tentempiés. Desde aquí hay servicio de ferry a Manhattan y Governors Island.
3 McCarren Park
Otro parque de Williamsburg perfecto para un picnic cuando hace buen tiempo. En días de calor sofocante podemos darnos un respiro en la enorme piscina histórica de McCarren, que reabrió sus puertas en 2012 después de casi tres décadas cerrada. Hay que ir temprano para evitar las multitudes. Si vamos en invierno, entre mediados de noviembre y el mes de enero hay una pista de patinaje sobre hielo.
4 City Reliquary
Como una especie de homenaje a la ciudad, el pequeño museo comunitario City Reliquary, alojado en una antigua bodega, está repleto de todo tipo de recuerdos relacionados con Nueva York. Las estanterías y vitrinas están ocupadas por viejos carteles de tiendas, postales de la Estatua de la Libertad, sacapuntas de época, fichas del metro, botellas de refresco y fragmentos de pintura de la línea L del metro. Una visita para mitómanos de la Gran Manzana.
5 Brooklyn Brewery
Testigo de una época en la que esta parte de Brooklyn era un importante centro de producción de cerveza, aquí no solo se pueden catar las variedades elaboradas in situ, también recorrer las instalaciones. Las visitas a la Brooklyn Brewery -de lunes a jueves- se pueden reservar por internet e incluyen una degustación final de cuatro cervezas, además de un relato exhaustivo sobre la historia de esta importante factoria cervecera. Durante el fin de semana las visitas son gratis y no hay que reservar, pero no incluyen cata. Otra posibilidad es saltarse la visita y pasar una tarde de fin de semana en la sencilla sala de degustación. Un dato interesante: el diseño en cursiva de la fábrica fue realizado por Milton Glaser, autor del icónico logo 'I love New York'. Glaser hizo el trabajo a cambio de una parte de los beneficios (y de cerveza gratis de por vida).
6 Brooklyn Art Library
En las paredes de esta biblioteca hay más de 30.000 cuadernos que ofrecen una ecléctica mezcla de diseño gráfico, collage, arte, poesía, cómics irreverentes y ensayos personales. Para explorar la colección se puede pedir un carné gratuito de la biblioteca y hacer una búsqueda por tema, nombre del artista o país de procedencia. De hecho, usuarios de más de 100 nacionaes diferentes han contribuido al fondo de laBrooklyn Art Library, aportando sus cuadernos. Si nos sentimos inspirados sobre algún tema en especial, podremos contribuir a los fondos de la biblioteca: basta con comprar un cuaderno y, una vez completado con nuestros apuntes, donarlo a la colección. No hay reglas, y si el viajero no lo puede entregarlo en persona, siempre puede enviarlo posteriormente por correo. Nota para despertar a las musas: unas puertas más abajo está la magnífica tienda y taller de Mast Brothers Chocolate.
7 Compras y catas
Para vestirnos como un auténtico neoyorquino hay que pasar porBuffalo Exchange, una popular tienda de ropa vintage donde se encuentran prendas únicas para hombre y mujer. Y si lo que queremos es una inmersión en el mundo latinoamericano, Fuego 718 es una tiendecita muy curiosa que transporta a los visitantes al sur de la frontera estadounidense. Aquí se encuentran cajas del Día de los Difuntos, marcos y espejos de colores, artesanía y objetos kitsch de México, Perú y más allá.
La Maison Premiere invita a un viaje en el tiempo, a base de cócteles, ostras y otras delicias. Y si lo que queremos es un rincón agradable para tomarnos un buen vino, whisky, cerveza, sidra u otras bebidas de cuidada elaboración (todas made in New York), hay que escoger la sala de degustación de Brooklyn Oenology.
Una última parada: Rough Trade es una nueva y enorme tienda de discos en Williamsburg que permitirá a los coleccionistas de vinilo hurgar entre sus cajones con el eterno objetivo de toparse con alguna joya oculta. Además, organiza bastantes conciertos, muchos de ellos gratis.
8 Bushwick, inmigrantes y artistas
A un par de estaciones de metro al este de Williamsburg (línea L) se empiezan a contemplar los edificios destartalados de Bushwick. Esta zona, que acoge una amplia y diversa comunidad afroamericana, además de inmigrantes mexicanos, ecuatorianos, puertorriqueños y dominicanos, fue durante los siglos XIX y XX un importante centro de producción de cerveza; todavía se pueden ver en Bushwick Ave las majestuosas casas de los magnates de la industria, algunas bastante decrépitas.
En los últimos años artistas y músicos han empezado a establecerse por la zona en busca de alquileres baratos y la parte occidental del barrio ya se está poblando de bares y restaurantes informales con encanto. De día, Bushwick sigue siendo una zona industrial, pero las noches de los viernes y sábados los bares y salas de conciertos cobran vida. Es el momento de descubrir lo que estará de moda en breve.
Más información en www.lonelyplanet.es y en la guía Lonely Planet de Nueva York.
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