La estadística de la comisaría 26 dice que no hubo asesinatos, que seis violaciones, que 123 robos y 302 asaltos callejeros. Que la tasa de delitos cayó el 7,32% en seis años. Que lejos quedan aquellos peligrosos y primeros años 90 en los que el norte de Manhattan sufría quince crímenes al año y los vehículos de la Policía salían de la calle 126 oeste con prisas en la sirena y una larga hoja de servicios. Por allí, por esas avenidas que miran al Hudson, patrulló este coche de la Policía de Nueva York que ahora aparca junto al Pisuerga, te adelanta en la A-62, se detiene en uno de los semáforos de la avenida de Zamora. No hay ningún policía al volante. Lo conduce Sergio Baz, 31 años, empleado en la factoría de Motores de Renault, apasionado de los coches, propietario ahora de un Ford Crown Victoria que prestó servicio en las calles de Nueva York y que ahora se pasea por Valladolid.
Lo hace con los distintivos NYPD (New York Police Department), con unas sirenas mudas que está prohibido encender en la vía pública, con su mampara separadora para llevar a los detenidos en los asientos traseros, con un paragolpes ahí delante que usaron los polis neoyorquinos para embestir a otros vehículos en una persecución. Con sus más de cinco metros de longitud que parecen más al coger una curva o al intentar aparcar en Pucela. Tal vez lo haya visto este fin de semana en la calle Reyes Católicos, en la carretera por Simancas, de camino a Valdestillas, de turné por el centro. Sergio le mete kilómetros a este coche de la Policía Nueva York que se ha convertido en su última pasión.
Lo de los coches le viene de lejos. El primero fue un Ferrari 348, amarillo, que su madre le compró (él tenía seis años) en un viaje a Benidorm. No lo conserva. Fue la miniatura que inauguró una colección con más de 200 vehículos a escala. Un tesoro que se quedó pequeño en el momento en el que Sergio decidió trasladar su afición al tamaño real. Empezó a adquirir vehículos antiguos y de ocasión, muchos a precio de saldo, casi al borde de la chatarra, para restaurarlos y ponerlos de nuevo en funcionamiento. Se ha hecho así con el segundo camión de bomberos que tuvo la ciudad de Soria (fechado en 1935), con un Delorean que está en fase de reparación, con un cadillac fleetwood, un Mercedes 450 SL coupé. La última adquisición es este coche de la Policía de Nueva York que recibió en lote con uno de esos taxis canarios que revolotean por Manhattan. Se lo compró a un inglés que dispone de una flota de 600 vehículos de alquiler para rodajes.
Estos coches ya estaban en Tarragona cuando Sergio se puso en contacto con el vendedor. Acordó el precio y a finales de 2015 se hizo con ellos. Ahora, ya en Valladolid, dispone de un permiso especial para poder circular. De momento, la autorización es temporal. Matrícula verde, como recuerdan desde la Policía Municipal, que subió una imagen del vehículo a su cuenta de Twitter. Apenas unas semanas. Para hacerla definitiva tiene que superar unas pruebas que no parecen sencillas. Le requieren un permiso ecológico muy estricto para poderlo matricular. “El coche es de 2004, cumplía todos los permisos en Estados Unidos y también lo hace en otros países de Europa, pero ahora, como lo tengo que homologar aquí, me piden la última normativa de emisiones. Como si el coche se hubiera fabricado ayer, aunque ya tenga más de diez años”, explica Sergio, quien confía en resolver la cuestión administrativa.
De momento, disfruta de su vehículo por las calles vallisoletanas. Sí, ya se ha hecho muchas fotos con curiosos. Sí, ya ha notado cómo algunos conductores levantan el pie del acelerador cuando ven que el coche se sitúa a su lado. Dice Sergio que no hay problema para conducir este vehículo. “Los distintivos no corresponden a ningún cuerpo de seguridad del Estado español”. NYPD dicen unas letras que parecen cursiva en la puerta delantera. Courtesy, Professionalism, Respect presumen tres palabras en la trasera. “Lo único que no puedo es encender las luces en la calle”.
Las sirenas blancas y rojas permanecen apagadas en sus desplazamientos pucelanos. Sergio dispone de los permisos que certifican que este vehículo perteneció al escuadrón de la comisaría 26, en el norte de Manhattan, y que lo utilizaron los agentes de la secreta. “Había restos de pintura amarilla debajo. Seguramente lo utilizaron como taxi encubierto”, explica. El coche estuvo en servicio tres años, desde marzo de 2004 hasta 2007, cuando el departamento de Policía se deshizo de él. Ahora lo tiene Sergio, quien lo pone a punto en sus ratos libres. “El interior deja bastante que desear”, explica. Pero todo es cuestión de tiempo.
De momento, ha pedido al Ayuntamiento un permiso para poderse colocar este domingo y lunes de Carnaval junto a la Cúpula del Milenio para que todos los vallisoletanos que lo deseen puedan fotografiarse junto al coche. Sergio, junto con su amigo Alberto Gregorio López, estarán disfrazados de agentes neoyorquinos. De operaciones especiales. Ya han comprado el traje, pieza a pieza, distintivos incluidos, a través de Ebay. Y completan el disfraz con la ayuda del Cosetutto de Parquesol y la empresa de uniformes y vestuario laboral Univest. “Hasta hemos comprados unas esposas de verdad, para hacerlo más realista”, explica Sergio, el vallisoletano que estos días patrulla la ciudad desde un genuino coche de la Policía de Nueva York.
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