No tengo punto de comparación para saber si Nueva York es mejor en otra estación que no sea en invierno, caminar pateando la nieve, pese al frío, hizo que me enamorara de ese vestido blanco que usan las ciudades cuando llega una de las estaciones que muchos de sus habitantes desprecian. Quizás sea también esta mi apreciación por el hecho de vivir en el trópico. Venezuela es un país donde hay calor casi todo el año y el frío no se compara en lo absoluto con los inviernos de otros países.
Nueva York también es un plato que se come frío, subir al Empire State y ver la ciudad desde arriba congelada -literalmente- es un espectáculo. Y suena cliché, pero que salga el sol después de una tormenta en una ciudad que anhela aunque sea un rayito de luz es una cosa sorprendente. El Empire State es un ícono de la ciudad y es casi obligatorio subirlo, aunque dicen que hay otros edificios que tienen mejores vistas, la verdad, yo me fui por lo tradicional y quedé satisfecho. Vale la pena pasar controles de seguridad y subir el ascensor para después a pie, subir algunas escaleras. Lo ves todo, La Nueva York que está cerca, la Nueva York que está lejos, el rio, la Estatua de la Libertad, el puente de Brooklyn, el de Manhattan, el World Trade Center y todas la azoteas de los edificios vestidas de blanco. El frío me congelaba las manos en un intento por tomar alguna foto, pero ni lo notas, porque te dan ganas de ver, de quedarte viendo.
Ir al puente de Brooklyn no tiene desperdicio porque después de caminarlo te puedes ir a Chinatown, Little Italy y 3 estaciones del metro más allá a Wall Street. Los matices de la ciudad en esa zona son descomunales, el puente se impone en el paisaje y como se puede cruzar todo a pie, tendrás todos los ángulos posibles para tomar fotos. Chinatown y Little Italy en cambio son diferentes a todo lo que es Nueva York, es un pedacito de cada país sumergido en la capital del mundo. Vale la pena caminarlo un rato.
Si agarras el metro en dirección Brooklyn Brigde – City Hall tres estaciones más allá, luego de Fulton Street, te puedes quedar en Wall Street. Tienes que caminar por Wall, sentirte el Lobo de Wall Street, caminar feliz porque el mundo es tuyo. Ahí mismo tienes el Memorial, un homenaje a lo ocurrido el 11-S. Yo no sé si es la energía del lugar, pero me conmovió sobremanera estar ahí, hicieron dos piscinas fantásticas que de seguro con las luces de noche se ve mucho mejor. Si te quedas sin aliento a unas cuadras caminando está Battery Park, puedes montar bici, correr o caminar, el atardecer desde ahí es una exageración, el sol gigantesco se confunde con las embarcaciones y con la mano alzada de la estatua de la Libertad que puedes ver a distancia.
Nueva York es incansable y describirla es un ejercicio que nunca atina en el blanco.
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