No es tarea sencilla no caer en el tópico al hablar de la Navidad en Nueva York. Palabras cómo mágica o especial, se asocian invariablemente a lo que se publica sobre lo que significa esta época del año.
Lo cierto es, que la ciudad se vuelca cómo ninguna otra en sacar el máximo partido al espíritu navideño. Desde el momento en el que el abeto que decora Rockefeller Plaza desde hace más de ochenta años -el más emblemático de la ciudad, pero no el único-, llega a Nueva York y enciende sus luces tras la celebración de Thanksgiving -en unaceremonia que marca el comienzo oficial de la Navidad-, la ciudad es una pura exhibición navideña, empezando por los escaparates de sus grandes almacenes -una ruta imprescindible y gratuita que no debes perderte-, que alcanza su cenit en Times Square, el 31 de diciembre.
Y es que mercadillos navideños, cómo el de Columbus Circle, el de Union Square, o el Vanderlit Hall, dentro de Grand Central Station -y el único interior de la ciudad-, además de otros, cómo el Winter Garden que se instala en Bryant Park, y pistas de patinaje sobre hielo, cómo la que incluye este último, o las del Rockefeller Center y la que se encuentra en Central Park, te harán sentir aún más profundamente parte de las fiestas.
Hasta el Empire State -siempre presente en el skyline de la ciudad-, se encarga de poner su grano de arena para mejorar la puesta en escena, y desde ayer nos ofrece cada día a las 19:00 horas los cinco espectáculos de luces especiales de Navidad que ha preparado para 2014, y que pueden verse -especialmente bien- desde estos puntos de la ciudad.
Imposible no caer en el tópico, porque afortunadamente, por un vez, es verdad.
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