El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, junto a la canciller de Educación, Carmen Fariña. /BRENDAN MCDERMID (REUTERS) |
El alcalde de Nueva York, el atribulado Bill de Blasio, está dispuesto a ganar alguna batalla. Mientras intenta hacer la paz con el Departamento de Policía, ha decido acabar de una vez para siempre, a partir del próximo 1 de julio, con el poliestireno expandido, material de utilización masiva como envase y embalaje para comida, entre otros usos, que tiene un destructivo impacto en el medioambiente.
La retirada del poliestireno o espuma de plástico, un polímero derivado del petróleo muy común en todo el mundo (platos, bandejas de comida rápida, gusanitos de embalaje…), supondría un cambio sustancial en el paisaje de Nueva York, donde millones de personas lo utilizan a diario en tiendas, restaurantes y en los populares delys de la ciudad.
La decisión de De Blasio pretende poner fin a una larga batalla. Los alcaldes Ed Koch (1978-1989) y Michael Bloomberg (2002-2013) ya intentaron deshacerse del poliestireno, pero no tuvieron éxito. Los grupos ecologistas apoyaron la medida, pero chocaron siempre con la presión de empresas como Dart Container Corporation, uno de los mayores fabricantes de productos de espuma de plástico, y el American Chemistry Council, un grupo comercial que presionó a los funcionarios municipales y concejales con el argumento de la pérdida de puestos de trabajo.
Esta vez parece que va en serio. Según el comunicado hecho público este jueves por el Ayuntamiento, ningún establecimiento de comida, tienda o fabricante podrá utilizar dicho producto bajo amenaza de sanción a partir del 1 de julio.
El Departamento de Saneamiento estima que cada año se recogen unas 30.000 toneladas de poliestireno, el 90% de ellas procedentes del consumo individual de alimentos. Según el Ayuntamiento, el poliestireno expandido (EPS, por sus siglas en inglés) no se puede reciclar, lo que exige su prohibición. Asimismo, es un peligroso contaminante, protagonista de buena parte de los vertidos de la ciudad, sobre todo en entornos marinos, con el consiguiente riesgo para la fauna autóctona.
El material está prohibido ya en unas 70 ciudades de Estados Unidos, entre ellas Washington DC, San Francisco, Minneapolis, Portland o Seattle. “Estos productos causan un daño medioambiental real y no tiene sentido que sigan utilizándose en la ciudad de Nueva York. Tenemos mejores opciones, mejores alternativas. Si otras ciudades siguen nuestro ejemplo, esas alternativas nos costarán cada vez menos”, dijo De Blasio. “Al eliminar cerca de 30.000 toneladas de residuos de poliestireno expandido damos un paso muy importante hacia un Nueva York más verde”, añadió.
La responsable del departamento de Saneamiento de la ciudad, Kathryn Garcia, se congratuló por la iniciativa: “Nueva York es la ciudad más grande que prohíbe el poliestireno. Mientras que otros productos pueden ser reciclados, este no. Sacarlo de nuestro flujo de residuos no solo es bueno para una Nueva York más sostenible, sino también para las comunidades que albergan los vertederos. Esta prohibición mejorará nuestros ríos, la línea de costa y, en última instancia, la vida marina del Océano Atlántico”.
La ley establece una moratoria de seis meses antes de la entrada en vigor de la prohibición. A partir del 1 de julio, los infractores podrán ser multados, aunque el Ayuntamiento ha avanzado que hasta el 1 de enero de 2016 solo serán apercibidos. Para no perjudicar la economía de miles de empresas que utilizan el poliestireno en la actualidad, el Ayuntamiento ha anunciado exenciones para organizaciones sin ánimo de lucro y negocios con ingresos inferiores a los 500.000 dólares al año.
De acuerdo con la nueva ordenanza, el Departamento de Educación de Nueva York comenzará a retirar las bandejas de poliestireno y a sustituirlas por material de compostaje a partir del 1 de mayo. En septiembre, todas las comidas servidas en los colegios deberán utilizar los nuevos materiales.
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